Por Joaquín Pinto Ferrand
CEO & cofundador de Boom Studies
He tenido una vida bastante nómada. Nací en Lima, Perú, y cuando cumplí 8 años mis padres, junto con toda mi familia, decidieron mudarse a Costa Rica para buscar una mejor calidad de vida, ya que en mi país había demasiada inseguridad, insuficientes oportunidades y una economía destrozada por años de inflación y guerra interna.
En América Latina no nos faltan razones para migrar, ya que este escenario se repite de manera cíclica en varias latitudes y es muy difícil proyectarse con tanta incertidumbre. Muchas personas, de todas las edades, toman decisiones difíciles, de dejar atrás lo que conocen, su red de soporte, su familia, sus costumbres, para aventurarse en nuevos horizontes buscando una mejor calidad de vida.
Así es que mis padres, sin que ellos ni yo lo supiésemos a ciencia cierta en ese momento, ya me estaban marcando de por vida esa esencia de migrante eterno que llevo como mi principal marca de identidad.
A los 17 años tomé la decisión de migrar a Francia para seguir mis estudios superiores, lo cual conseguí gracias a una beca académica del gobierno francés y allí realicé mi carrera y mi maestría. Viví en una ciudad chica, Poitiers, por un par de años y luego en París. También hice un año de intercambio en Buenos Aires, Argentina, ya que siempre fue mi sueño descubrir más ese increíble país.
Así pues, después de haber pasado muchos años lejos de la patria que me vio nacer en Costa Rica, Francia y Argentina, tomé la decisión de volver a mi país por un tiempo, para reencontrarme y reconciliarme con mi patria. Como adulto, me di cuenta de que las mismas razones por las que mis padres salieron de Perú cuando yo era un niño, seguían latentes y finalmente mi decisión de migrar nuevamente fue clara.
¿Por qué Malta?
Más allá de los países en los que he vivido, puedo decir que soy un viajero empedernido y que he visitado varias decenas de países ya sea por trabajo o por simple curiosidad. Habiendo vivido en Europa por algunos años, también tuve la oportunidad de recorrer muchos países del viejo continente, pero nunca había llegado a esta pequeña islita.
La primera vez que le presté atención a Malta fue en el 2004, cuando yo estudiaba ciencias políticas en Francia y se producía la ampliación más importante de la historia la Unión Europea. Ingresaban 10 nuevos países al bloque, países que se encontraban “en la periferia” según mi profesor de “Problemáticas Europeas”. En ese momento ingresaron países de Europa del Este que hoy han avanzado muchísimo en sus objetivos de desarrollo como la República Checa, Eslovaquia, Hungría, así como los países bálticos, fronterizos con Rusia, Letonia, Lituania y Estonia y finalmente dos islas Mediterráneas: Malta y Chipre.
Todos esos países en ese momento eran considerados como “pobres” para los estándares europeos. Pues está claro que la integración a la UE cumplió su objetivo: la mayoría de estos países hoy son prósperas economías, con bajas tasas de desempleo y que han mejorado muchísimo las oportunidades para sus poblaciones locales, así como para migrantes venidos de varias latitudes del mundo.
La segunda vez que me interesé por Malta fue en el 2016, cuando planeábamos con mi exesposa nuestro destino de luna de miel. Para seleccionar el destino, cada uno ponía un par de criterios. El mío, muy importante, era nunca haber visitado el lugar. Mi exesposa quería un lugar con historia, yo quería una isla. Finalmente, después de estudiar con ilusión las opciones, nos decidimos por Malta.
Primeras impresiones de Malta
Nuestro viaje de luna de miel consistía en una primera parada en Ámsterdam de unos días, luego una semana en Malta y finalmente unos días adicionales en París. La primera y la última ciudad las conocíamos bien, pero Malta era la cereza en el pastel (de bodas).
El avión de Air Malta que nos trajo aterrizó de día, lo que nos permitió observar bien el paisaje. Aterrizamos a fines de setiembre, con lo cual el paisaje estaba aún bastante seco por los calurosos veranos en los que prácticamente no cae una sola gota de lluvia.
Al observar la infraestructura del aeropuerto desde el aire, así como los colores amarillentos del paisaje, mi primera impresión fue la de estar en algún destino del Norte de África. Claro, a veces se nos olvida que el Mediterráneo lo comparte el sur de Europa con el Norte de África, justamente, y que Malta está bastante cerca de Libia y Túnez.
Al tratarse de un viaje de placer, claramente mis primeras impresiones, estuvieron impregnadas por la inmensa cantidad de maravillas culturales y naturales que Malta tiene para ofrecer.
Nos alojamos en un hotel precioso en el centro de La Valeta, con vista a la cúpula benedictina y llegamos justamente para la Notte Bianca, evento cultural en el que se pueden visitar de manera gratuita museos, espectáculos y edificios emblemáticos de la isla. Por ejemplo, fuimos a ver Macbeth de Shakespeare en el Teatru Manoel, una joya del barroco maltés e ingresamos a la sala del trono de los caballeros de la orden de Malta como verdaderos locales.
Malta tiene un patrimonio impresionante, entre templos neolíticos, ciudades fundadas por los fenicios, como Msida, e imponentes obras barrocas en La Valeta y otras ciudades, incluyendo una de las obras maestras de Caravaggio, la decapitación de San Juan Bautista en la Co Catedral de San Juan, el mejor ejemplo del claroscuro que he visto en mi vida.
Además, navegamos por las costas de Gozo y Comino, con Mark, un gozitano que el destino me hizo conocer en ese momento y con el que ya hemos entablado una amistad y con quien salgo a navegar todos los años desde que vivo en Malta. Nadar frente a los acantilados de Ta Cenc’ en 2016 fue una de las experiencias más impresionantes que he hecho en mi vida. Siempre que quiero un recuerdo feliz, cierro los ojos y allí estoy, nadando en un mar de colores improbables, frente a unos acantilados gigantes y una soledad completa y apabullante.
Así, fue muy fácil para nosotros quedar enamorados de esta increíble isla.
Malta como destino para vivir
Así, cuando volvimos a Perú, algo nos quedó picando en el cuello, unas ganas que yo siempre he tenido, de seguir viajando y seguir explorando el mundo, y mi exesposa decidió lanzarse a la aventura e inscribirse en un MBA en Malta. Así, dejando todo atrás, decidimos vender todo lo que teníamos, dejar atrás una vida de muchas comodidades y coger a nuestras dos gatitas y lanzarnos a lo desconocido.
Haciendo cuentas, este es mi cuarto verano ya viviendo en Malta y ahora sí me puedo considerar como un “residente” con todas las letras. Conozco muy bien la isla, y la disfruto cada día.
Una de las cosas que más me choca de vivir aquí es ver cómo muchísima gente se queja. Se quejan del transporte, se quejan de los precios, se quejan del racismo de los malteses, se quejan del tráfico, se quejan de las construcciones, se quejan de los salarios, se quejan de las estafas, se quejan del ruido, en fin, se quejan a veces de aspectos muy puntuales y personales como la falta de opciones de shopping que tienen en la isla, entre otras cosas.
Sin embargo, Malta es el país que tiene la proporción más alta de inmigrantes por habitante de toda la Unión Europea, casi 1 de cada 4 residentes es extranjero, lo cual sería realmente imposible de lograr si no tuviese uno o varios atractivos que llaman la atención de la gente.
Ahora, sobre las quejas de los extranjeros, claramente muchas de ellas tienen algún sustento sí, y creo sinceramente que en cualquier latitud que elijas vivir, siempre vas a tener algo para reprochar: si estás en Canadá, el frío; si estás en Dubái, el calor; si estás en Irlanda, la lluvia, enfin, como dicen en inglés the grass is always greener on the other side of the fence.
Los 10 principales aspectos positivos de Vivir en Malta:
En mi caso, yo siempre intento enfocarme en los aspectos positivos de los destinos que me han acogido, por eso siempre los recuerdo todos con gran cariño y sé que han aportado muchísimo a quién hoy soy y Malta no es la excepción. Voy a enumerar los principales, pero no los únicos a continuación:
- La seguridad: claramente lo que más me gusta de Malta es la seguridad. Viniendo de un país tan inseguro como el Perú, en el que tenía que pensar dos veces si me ponía un reloj para salir a caminar a la calle o qué taxi tenía que llamar, aquí es un paraíso. Puedo caminar con total libertad por las calles, a la hora que me plazca, sin tener miedo a que me pase algo. Claro, no existe el país con crimen cero, pero realmente el país es increíblemente seguro, incluyendo para las mujeres.
- No hay miseria: para mí el gran éxito de una sociedad es erradicar la miseria. Cuando vas a San Francisco, una de las ciudades con mayor concentración de riqueza del mundo y ves a muchísima gente por las calles mendigando y sin un techo para pasar la noche, realmente te preguntas para qué sirve tanta acumulación de capital. En Malta todo el mundo tiene acceso a un albergue y no hay prácticamente mendigos por las calles. Si bien es cierto no hay una cantidad exorbitante de multimillonarios, la verdad es que la gran mayoría de la población pertenece a una clase media que puede tener acceso a los servicios básicos sin mayor complicación.
- Hay empleo: los migrantes que llegan consiguen empleo muy rápido, en diversos rubros. Si bien es cierto que los primeros empleos casi siempre son los menos calificados, te sirve para tramitar un permiso de trabajo y quedarte legalmente en la isla, accediendo a todos los servicios de la seguridad social para ti y tu familia, así como a poder viajar dentro del espacio Schengen cuando quieres. Mientras vas construyendo tu red de contactos y mejorando tu inglés, evidentemente tus oportunidades laborales aumentan. Malta es consistentemente uno de los países con menor tasa de desempleo de toda Europa.
- Es un gran lugar para el emprendimiento: Malta me abrió las puertas para fundar una empresa, y sacarla adelante desde cero. El gobierno ayuda muchísimo a los diferentes emprendimientos y el ecosistema de startups es dinámico. El hecho que la isla sea pequeña te permite ir armando una buena red de contactos de manera rápida y eficiente.
- Es preciosa. Si bien es cierto hay algunos distritos que no tienen demasiado glamour, la verdad es que hay joyas arquitectónicas como La Valeta, Mdina o La Citadella en Gozo, que a pesar de los años que vivo aquí, no me canso en explorar. Además, tiene muchos malecones, pueblitos pintorescos y un mar espectacular. Sinceramente cada vez que necesito recargarme de energías estéticas, las encuentro por todas partes.
- Beneficios sociales. Malta tiene un sistema de salud gratuito para los contribuyentes y sus familias. Yo soy usuario de un programa que se llama “Pharmacy of your choice” para enfermedades crónicas, que me permite recoger mi medicina de manera gratuita en la farmacia de mi elección cada dos meses. Me dan una prescripción médica que dura 10 años y nadie me pide nada más que mi nombre cuando voy a la farmacia. En Perú, a pesar de tener uno de los mejores seguros de salud del país, pagado por la empresa multinacional para la que trabajaba, tenía que desembolsar alrededor de 100 dólares de mi bolsillo cada mes para tener exactamente lo mismo que aquí tengo de manera gratuita. Y eso que no estoy teniendo en cuenta el costo del seguro.
- Está súper bien conectada con Europa y Medio Oriente. Si eres de los que les gusta viajar como yo, Malta es un punto particularmente bien conectado con el mundo. Desde aquí puedes volar a las principales capitales europeas y a otras ciudades gracias a líneas de bajo coste como RyanAir que tiene una base de operaciones en Malta, pero también puedes ir a destinos como Qatar y Dubai que te conectan con Asia y África, ya que hay vuelos de Emirates y Qatar Airways hacia Malta. Sinceramente le he sacado mucho provecho a este aspecto y muchas veces puedes encontrar pasajes aéreos realmente muy baratos.
- No necesitas tener un auto. Yo soy de los que toda mi vida he tenido un auto y realmente creo que ese modelo afecta el medioambiente y genera mucho estrés y gastos adicionales, sin embargo, en las grandes ciudades de América Latina es muy complicado vivir sin un auto. Aquí en Malta el sistema de transporte público te conecta con toda la isla. Si bien no es el más puntual del mundo, sí tiene un alcance importante. Tienes, por ejemplo, ferries para ir a varias partes, incluso a Gozo, las 24 horas del día. Además hay un sistema de car sharing con vehículos eléctricos que es realmente muy eficiente y que utilizamos como solución para la empresa, evitando así tener que preocuparte por estacionamiento, seguros, permisos, etc.
- Tiene una comunidad internacional impresionante. En Malta vive gente de todo el mundo y te es muy fácil hacer amigos de todos los continentes y horizontes. Ya que el inglés es uno de los idiomas oficiales, siempre podrás comunicarte con todo el mundo.
- La economía es muy estable. Esto desde el punto de vista de una familia, de un emprendedor o de un trabajador es un aspecto realmente trascendental a la hora de proyectarte hacia adelante. Por ejemplo, en medio de las grandes inflaciones que conocemos en el mundo, Malta es el país de la UE que ha tenido las menores tasas de inflación en el 2022. Además, su moneda es el Euro, lo que te permite ahorrar en una divisa fuerte a nivel global.
En conclusión: me encanta vivir en Malta
Así pues, les he hecho un repaso de cómo mi vida ha mejorado muchísimo, tanto en calidad como en oportunidades. Claramente hay aspectos negativos. Por ejemplo, hay tantas construcciones que si salgo a mi terraza me cuesta contar cuántas grúas veo en el horizonte, sin embargo éstos puntos son mucho menores si los comparo con los grandes beneficios y satisfacciones que me ha traído vivir aquí.
En Malta me he convertido en un mejor empresario, he conocido grandes amigos, he podido viajar y me he maravillado con su historia y con su rico patrimonio. Aquí me siento realmente en casa y no me arrepiento ni un segundo de haber elegido esta isla para hacer un pedazo de mi vida.
Cierro entonces este post con un gran agradecimiento a esta isla que me ha traído tantas oportunidades y que siempre llevaré en mi corazón.